Algunas opiniones sobre el libro de Domingo F. Faílde, que se presentará en el próximo otoño

"... no hay más camino ni más belleza que la descubierta, que la degustada"



Y ahora vamos a lo que interesa. Tu libro. Que me he leído con gran interés y satisfacción y del que, por supuesto, quiero comentarte mi impresión. Que no es otra, conociendo tu literatura, que muy grata. Sin embargo he notado un pesimismo más cortante y negativo, más sombrío quizás. Una sombra de tristeza que te va acompañando a lo largo de sus tres partes y que se hace especialmente evidente en la tercera, La senda oscura. Siendo, he de reconocerlo, esta última parte la que más me ha gustado, la que más ha conseguido hacerme su cómplice. Y, desde luego su último poema, el que, sin desmerecer naturalmente al resto, es el mejor de este conflictivo libro: Retrato de heterónimo que, por cierto, no he podido resistirme a leer a diversos amigos y amigas por teléfono y a enviarlo por internet a otros. Porque, muy por encima de esa perfección en la forma, de ese desesperado grito de auxilio inútil perfectamente trenzado, goza de un equilibrio extraordinario, de una intensidad tal que la misma desolada amargura que destila comunica, muy posiblemente por la fuerza de unos versos tan certeros, cierto sosiego, una dosis suficiente de paz como para no caer en la desesperación. Si acaso, dejarse mecer plácidamente por el dolor sutil, por la melancolía de haber descubierto la certeza de que todo está ya consumado. De que no hay más camino ni más belleza que la descubierta, que la degustada. Que el pesimismo es inteligente y que esa claridad, aunque demoledora, no es sino la realidad más real, aunque sean muy pocos los que estén preparados para verla, entenderla y trasmitirla. Por todo ello, ese gran poema nos deja la sensación de que debería haber sido más agotador, más revisionista, más completo. Pero bien está.
Del resto, decirte que funciona con la precisión de un reloj, como si el arquitecto hubiera ido preparando los escalones que nos llevaran indefectiblemente a ese final. En algunos casos quizás, una vez leído el libro y vuelto a leer, el lector hipercrítico puede observar algunas partes que clamaban otras fórmulas, algunos términos que pudieran haberse sustituido por otros más precisos o apropiados, pero eso, ya sabes querido amigo, es cuestión de quien lee y del listón que ponga. Y yo, cuando te leo a ti, porque conozco tu obra y tu profundidad, pongo el listón bien alto.
En fin, podríamos hablar poema por poema con ellos delante durante horas. Ya sabes como disfruto leyéndote. Y como aprecio tu evolución, que decantándose mucho, no obstante nunca pierde tu estilo ni la belleza. Pero quizás podamos hacerlo algún día.

© Francisco. López Villarejo
Doctor en Historia. Consultor Cinematográfico