Algunas opiniones sobre el libro de Domingo F. Faílde, que se presentará en el próximo otoño

"Y en esa travesía, qué hacer sino desdoblarse, poner la voz en el espejo e indagar en esa complejidad del ser ..."




Caer un libro de poemas en tus manos, leerlo y sentir en tu piel el efecto de una sacudida, una leve cosquilla ante un poemario donde un verso carente de atuendos y viejas vestiduras, se erige con tal intención de luz, que bien podría parecer, casi una declaración de principios:

soy una voz tan solo que se busca

Y es en la búsqueda incesante de esa voz, donde Domingo F. Faílde emprende en Retrato de Heterónimo uno de los más apasionantes viajes sobre sí mismo, una honda y descarnada reflexión de lo que él siente, es el actual mundo de la literatura, la poesía, a quién confiesa haber dedicado su vida:

me siento cada día ante el páramo helado
del papel y percibo su insultante blancura
como un golpe en el alma que me reta al combate

Y en esa travesía, qué hacer sino desdoblarse, poner la voz en el espejo e indagar en esa complejidad del ser donde subyace, como único elemento, el principio socrático de conócete a ti mismo.
Así el poeta jiennense se desnuda y nos muestra esos momentos de absoluta intimidad que mantiene con la poesía, el poder que ejerce en él la musa y ese sentimiento de profunda ingratitud que se tiene cuando se siente que se ha dado todo por “nada”.
La angustia existencial, la muerte, como último reducto, la derrota y esa ácida ironía en poemas como Oración del desesperado o Matemos a la música:

No me sirve la música, no caben
sus arpegios en mi melancolía

Las palabras; su evolución o involución en el magistral poema Old-Fashioned:

Se van haciendo viejas mis palabras…

Ellas abrieron puertas y allí estaba desnuda
la poesía, abatieron los muros del amor
y lloraron conmigo y conmigo rieron
y son voz de mi sangre y la herencia que os doy

Todo un camino recorrido hasta llegar a una síntesis final en el poema que cierra, que da nombre y sintetiza este libro, Retrato de Heterónimo, donde el desencanto patente se percibe con toda su crudeza.

Yo no soy aquel ni ése ni yo mismo
En fin, soy un
okupa de la mansión que habito
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© Isabel de Rueda
....Poeta